Anoche entreviste a vecinxs del Barrio Nueva Esperanza que fueron salvajemente reprimidos durante horas, y cuando digo horas estoy hablando de por lo menos 36 horas. El motivo era desalojarlos de las tierras para dar paso a posibles emprendimientos inmobiliarios.
Mientras escuchaba el relato desesperado de ellxs, donde el hombre lloraba, la mujer pedía que alguien haga algo, mientras los chicos sangran y los disparos se imponían, me era inevitable comparar simbólicamente lo que ocurre en la Franja de Gaza con esta situación. Pero NO, no es Palestina, es Córdoba Capital.
Un escenario donde no hay derechos, donde la fuerza del poderoso se aplica implacablemente sobre los mas pobres y débiles. Un contexto donde el desalojo se busca concretar sin siquiera importar el «costo político», donde las victimas son básicamente mujeres y niñxs, La acción criminal de la policía se concreta en la noche para evitar ser mostrado, al amparo del silencio de las cadenas de medios que no acuden al pedido de auxilio de los miserables que no tienen mas remedio que para vivir el ocupar tierras donde construir cuatro paredes donde tratar de subsistir.
Fueron muchas las palabras que aún me retumban en la cabeza y corazón.
El vecino me dijo: «No podemos abondonar».
No podemos abondonar
Con la voz agotada y triste, Ariel explica cuál es la situación de las 200 familias del barrio: “Tenemos nuestras vidas, nuestros hijos, todo acá ya estamos viviendo… discúlpame pasa que me quiebro llorando, pero ver las criaturas que están sangrando, porque ellos vienen y tiran una madera y adentro hay una criatura y las golpean. Parece una película, pero hay que estar acá para ver esto. Y agrega: “Somos humanos, necesitamos vivir, somos gente trabajadora acá, aquí no hay drogas, ni robo, somos un buen barrio y no es justo lo que la policía está haciendo”. Y concluye: “Necesitamos psicólogos para los niñxs, lo único que hacen es llorar, están alterados, ven un policía y se esconden porque han visto cuando le pegan a la madre, al padre y le tiran tiros”.
Pero el relato que me dejo mas perplejo fue la de una vecina, madre de tres hijos quien me contó: “La policía me quemo la vivienda”.
A escopetazos limpios contra una precaria vivienda donde se encontraba una mujer con sus tres hijxs, fue la forma de desalojar para luego quemar la humilde casa. Susan nos relata lo ocurrido: “Me quemo la vivienda, no me dejo sacar nada. Yo estaba durmiendo con mis tres nenes, ellos vinieron y la quemaron, me sacaron a empujones. Se abusan de uno, porque yo estaba sola con los niños y no había nadie que me dé una mano en ese momento. Se aprovecharon que estaba sola. No sé qué hacer, no sé en qué apoyarme. No ha quedado nada, la casa era de madera, tenía mi cama, mi mesa, me quemaron todo, hasta la ropa de los chicos. Yo quisiera entrar ahora a recoger lo poco que me queda y no me dejan, me amenazan con la escopeta y tiran tiros y no se qué hacer, estoy con los niños acá que lloran, que gritan, están asustado los niños.
Susan recuerda la feroz represión de anoche y nos relata el ensañamiento que ha tenido la policía con las mujeres: “Se abusan de las mujeres, ayer a las vecinas las sacaban de los pelos, las golpeaban, les pegaban en el piso, y nadie podía hacer nada, se abusaban de las criaturas y no hay nadie que nos venga ayudar”.
Que decir, que pensar, que sentir…
Anoche, fue uno de esos momentos donde siento que dar a conocer lo que ocurre y romper el cerco desinformativo, me / nos queda corto.