Complicado es explicar lo que ocurre en Venezuela, más aún cuando la maquinaria de desinformación montada por el imperio ha logrado calar tan a fondo en la conciencia de la población por fuera de Venezuela. El bloqueo informativo ha llegado a tal nivel que cualquier intento de relatar de modo sencillo lo que se vive en la patria de Bolívar parece ser un ejercicio inútil.
Pero digo que la manipulación comunicacional es efectiva por fuera de Venezuela, ya que la posibilidad de montar relatos donde se ubican de modo sencillo a actores y sus acciones opositoras es tal modo como completar los casilleros vacíos de un guión que vienen repitiendo desde que asumió Chávez al gobierno de modo democrático.
La acción desplegada por la derecha venezolana guiada por el departamento de Estado de los EEUU, es tan totalitaria y pro fascista que muchas fuerzas de derecha de Argentina palidecerían y quedarían muy por izquierda a la política desplegada por la alianza de la derecha venezolana llamada MUD.
Lo que hoy se vivió en las elecciones constituyentes es de tan magnitud, que no se lo puede explicar desde el lente montado por los medios hegemónicos donde le han hecho creer a la comunidad internacional que el pueblo bolivariano ha “abandonado la revolución” y “lucha para que se acabe la dictadura de Maduro”.
Pero antes de contar lo ocurrido hoy, es necesario hacer un recuento de la postura de la derecha venezolana pro yanky. Desde que asumió el gobierno de Chávez al gobierno, pero más aún desde la muerte del líder de la revolución, la derecha ha redoblado sus intentos de voltear y/o generar un golpe de estado contra el gobierno electo democráticamente que consagró a Maduro como presidente. Fue desde el 2014 cuando los sectores pudientes decidieron realizar sus protestas violentas autodenominadas guarimbas, que causaron más de 40 muertos (desde febrero a abril del 2014), donde se vieron características de su modus operandis y estrategia que en sí se ha transformado a la fecha en una trampa para sí misma.
Durante aquellas guarimbas acompañadas de una guerra económica, (signada por agudizar la escases de alimentos y bienes elementales para la vida cotidiana de la población), pretendían contagiar su enojo en los amplísimos sectores populares de Venezuela y valerse de ellos para que “derrocaran” al gobierno. Pero nada de eso ocurrió, el navío bolivariano estaba fortificado en conciencia y conocimiento histórico de saber muy bien que fueron bajo los gobiernos de las derechas venezolanas, que ningún bienestar pudieron disfrutar. El vaso nunca rebasó hacia el pueblo en el largo periodo de la Cuarta República donde el acuerdo de gobernabilidad de las fuerzas de derecha garantizó una alternancia entre ellas en lo que se denominó el puntofijismo.
Desesperados por no lograr que la protesta prendiera más allá de sus lujosas viviendas, urbanizaciones y autos, apelaron al paramilitarismo para castigar al pueblo y dar los insumos fácticos para que la prensa internacional pudiera decir que había un conflicto de tal envergadura que rozaba la guerra civil.
Más de 40 crimines, asesinatos de diversos modos donde incluyeron a desprevenidos motociclistas que cruzaban por las zonas controladas por la derecha y eran degollados por tanzas colocadas para causar ese daño en la calle, la colocación de flancos tiradores que mataban a quienes quisieran despejar las calles de los escombros que no permitían el paso a los autos, se le sumó una seguidilla de crímenes políticos con sicarios que causaron bajas simbólicas en el chavismo.
Pero la mecha de odio y terror no prendió y la población no les acompaño en su intentona insurreccional. Entonces decidieron castigar más al pueblo y resolvieron agravar el faltante de insumos y alimentos básicos que controlan los empresarios venezolanos para que de ese modo desgastaran aceleradamente al gobierno. En parte ese plan de guerra y terror les dio resultado, ya que en las elecciones parlamentarias de diciembre del 2015 lograron tener nuevamente una presencia significativa en la Asamblea Nacional (parlamento).
Pero la agenda y necesidades del imperio son tan grandes que no tienen tiempo que perder y planearon la salida de modo violento y que en sí exprese una derrota histórica en todos los planos del chavismo. Fue en abril de este año que entendieron que era el momento de arremeter contra el gobierno de Maduro, para tumbarlo.
Esta vez apelaron a una formula más agresiva que en el 2014 y comenzaron a causar prácticamente un muerto por día a la fecha. Pero con una particularidad, los muertos se irían dando no un contexto de enfrentamientos callejeros sino en contextos de protesta ausente de enfrentamiento. Necesitaban darles carroña a la prensa y fueron causando asesinatos de transeúntes, de personas que parecían chavistas, de integrantes de fuerzas militares, etc. El quemar vivo a personas y decir que fueron muertos por la violencia política, el disparar con tiradores sicarios contra la población y decir que fueron muertos de la represión forma parte de un juego de mentiras que alimenta el vientre de los medios de desinformación que buscan mostrar una imagen de un país convulsionado al punto de estallar.
Pero sus ataques no se limitaron a linchar, quemar y fusilar a personas, sino que apelaron a la destrucción, incendio y hasta ataque con explosivos a edificios públicos, centros de salud, escuelas. El terror fascista financiado desde los EEUU fue con el correr de los días aparentemente ganando el miedo de la población y con ello parecía que la desmovilización y pérdida de iniciativa política del bloque revolucionario estaba llevándolos a una inminente victoria.
Cuando el plan de terror parecía funcionar, un histórico actor se puso en marcha y fue la acción del pueblo quien dio una respuesta que poco a poco fue revirtiendo el plan de la derecha.