¡Que domingo!

Hace apenas dos meses, Mario Pereyra expresaba por última vez su verdadero sentimiento, ese que siempre lo caracterizó y pinto como un tipo que dice lo que sinceramente piensa; lanzó por los aires su grito de dolor al decir: «Estamos bajo una dictadura. Ayer dije que tenemos toque de queda en la Argentina y es en Santiago del Estero, Salta, Catamarca y Rosario. Desde las 7 de la tarde no podés salir a la calle. Ni Pinochet hacía eso, pobrecito Pinochet”.»

 
Quien hoy muriera por el COVID 19, había trabajado fuertemente el fin de la cuarentena, contra las medidas de aislamiento y como se trataba de un tipo de principios afirmó a los casi 15 días del inicio de la cuarentena del 20 de marzo: «El conductor de Juntos admitió sentirse muy afectado por el aislamiento obligatorio y preventivo dispuesto por el Gobierno y se preguntó: «A los adultos mayores, ¿los estamos cuidando o matando?».
 
Hay otro aspecto muy destacable de este verdadero Zar de la comunicación, no le soltaba la mano a sus amigos y era enemigo de los enemigos de sus amigos. Y en las buenas y en las malas jamás le soltó la mano a múltiple condenado por asesinatos, crímenes de todo tipo y desapariciones, su «estimado» Luciano Benjamin Menendez.
 
En aquel encuentro televisivo con Menendez, en el programa ¡Que domingo! emitido por el canal de la UNC, Pereyra suscribió las afirmaciones de su General, al referirse a lo actuado por la Junta Militar entre 1976 – 1983: «las Fuerzas Armadas Armadas actuaron sin ninguna consideración, usando todas sus armas para conseguir la victoria”. Más aún, sus ojos brillaron cuando escucho de boca de Menendez decir, luego de ser consultado por la situación de Jorge Videla, Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti,: «un profundo dolor que mis comandantes estén presos por haber vencido a la subversión”, y criticó los juicios de la era alfonsinista, interrumpidos por las leyes de impunidad. “Ningún país juzga a sus militares victoriosos.”
 
Con la muerte de Pereyra, la radiofonia cordobesa pierde a un mediático locutor de ideas claras y conservadoras. Una persona que supo poner limites a la democracia y fue un perfecto representante de ideas anti populares y con un marcado sentido de su rol de saber entretener para que nada cambie y construir en el sentido común de gran parte de la sociedad cordobesa la certeza que este país debe ser para la meritocracia, con amplios beneficios para empresarios.
 
Pocos quedan como él, con amplia capacidad de llegada a la sociedad para decirles bien Juntos a oído que, cuanto más Macri es todo mejor. Y eso lo dejó bien expresado en marzo del año pasado cuando Macri vistó Cordoba y fue entrevistado por él. Con la garganta hecha un nudo y lleno de angustia le dijo al ex mandatario: «¡Mauricio! ¡Vas a perder las elecciones, y ahí se pierde todo este trabajo!»
 
Que decir…. un tipo de profundas convicciones lo llevó a estar siempre de un lado en la historia, enarboló las banderas contra a educación pública; festejó todo achicamiento del Estado con sus despidos de planta personal; logró que su medio recibiera millones y millones de pesos del estado (el año pasado el estado provincial aportó mas de 112 millones de pesos en publicidad), lo cual le favoreció, durante décadas, en ser un verdadero empresario de la comunicación.
 
Pero era un hombre con opinión en todo tema y no dudo en atacar a la comunidad peruana al afirmar, allá por el año 2016 que: “había grupos de narcotraficantes de origen peruano en cada villa argentina”. Y le cerró las puertas al consulado Peruano al no dejarles expresar su derecho a replica.
 
Su compromiso escalo a niveles que el desarrollismo en Córdoba debería levantarle una torre con su nombre, ya que puso a su poderoso medio de comunicación al servicio del desmonte, la perdida de bosque nativo. Todos recuerdan la polémica entre uno de sus movileros estrella, Andrés Carpio con doña Jovita, durante una gran marcha en la ciudad en defensa del bosque nativo en diciembre del 2016.
 
Supo no escuchar las incontables protestas que se realizaron frente a la emisora LV3, cuando la gente repudiaba sus dichos, testigo de ello son trabajadores, estudiantes, familiares de victimas de gatillo fácil y hasta el propio sindicato de la prensa.
 
Seria largo continuar enumerando sus conductas comprometidas con el pensamiento conservador, pero murió en su ley. Se lo llevó aquello que negaba, y consideraba un argumento más para afirmar que vivimos bajo una dictadura. Mario Pereyra murió de CoronaVirus, en la cárcel de su conciencia.
 
Texto: José Fernández

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