No nos veíamos hace muchos años. La cuenta dice 13 años, pero ese es el dato menor. Poco sabíamos de nuestras pisadas, pero intuíamos que los sueños forjados hace tiempo no habían desaparecido. La norma dice que con el tiempo uno debería ser un exitoso profesional, pero ese desafío era poco para quienes abrazan las ideas del cambio social.
Nuestras energías se direccionaron indiscutiblemente hacia las estrellas. Más allá que los intrincados caminos de la construcción nos llevaron a transitar por sus vericuetos, Miguel construyó algo muy necesario, diría fundamental. En esta oportunidad la cuenta no es menor: 3 barrios para doscientas familias; 2 bibliotecas populares; 1 radio; 30 merenderos solidarios; Centros educativos que albergaran a 200 docentes este año. Todo bajo ese indestructible sueño de revolución.
Pero uno podría pensar que quien construye esto es un gran licenciado o doctor en alguna ciencia social muy sofisticada, con asesores caramente financiados, con técnicos con curriculum que llegan hasta las nubes. Pero nada de esto ocurre en esta barriada pobre de Jujuy, allí es el pueblo y su sabiduría la que forja el día a día.
En aquellas barriadas pobres anida la mejor de las escuelas, la más grande de las universidades, lxs mejores personas que pueda dar nuestro pueblo. Allí están construyendo día a día el nuevo amanecer, compañeros y compañeras hermanxs del cambio social.
En la entrada del barrio obrero Agustín Tosco en Alto Comedero, flamea la bandera roja y negra y sobre una de sus paredes dice: “para amar sin límite y para soñar luchando”.
Con dos costillas rotas producto de una represión policial y un hombro dislocado producto de otra represión Miguel no da brazo a torcer y sueña por más, pero no sueña solo, la construcción dio sus frutos y son cientos lxs soñadorxs que organizados y sin bajar una sola bandera enseñan a las nuevas generaciones en su biblioteca “niños pájaros” que “Nuestra biblioteca es la piedra basal de nuestra lucha”.
En estos tiempos de políticos exitosos con grandes billeteras, la humildad en la que viven quienes construyen los nuevos amaneceres, al norte de nuestro país, es una bofetada a quienes creen que toda política es posible hacerla de la mano de beneficio para las dirigentes en desmedro del resto.
Cuando me despedí le dije una boludes, le dije: ¡te felicito por todo lo que construyeron! La verdad debería haber dicho ¡arriba lxs que luchan! Yo me subí al auto para continuar el viaje, él subió a una reunión con el grupo de educación. Sin ningún tipo de melancolía, con la promesa de volver a vernos nos despedimos sabiendo que la lucha nos hermana.
