Por @Josecomunicando
Las pintadas e incidentes en las puertas de la catedral cordobesa al concluir la séptima marcha de la gorra, puso en tensión el concepto de lo que verdaderamente importa como sociedad a la hora de hablar sobre violación de los DDHH.
El 28 de junio de 2012, en un descampado en Valle Hermoso, aparecía ahorcado el joven Brian Palomeque, con la particularidad que sus manos estaban atadas y sus rodillas tocaban el piso en el momento en el que lo encontraron. Los chic@s de barrio San Jorge, vecin@s y amig@s de Brian denunciaron que fue asesinado por la policía.
Hace menos de un mes en Capilla del Monte, aprecia en una celda de la comisaria del pueblo el joven Jorge Reyna, ahorcado y con señales claras de haber sido golpeado. Para su familia no quedan dudas que las fracturas de huesos en su cuerpo son la prueba más contundente del asesinato disfrazado de suicidio que cometió la policía.
Hace poco más de un mes, la joven Vanesa Castaño, quien estaba por concluir una condena en la cárcel de Bowuer, era entregada a su madre en un ataúd cerrado. Según la versión del Servicio Penitenciario Provincial, Vanesa se había ahorcado en una celda de castigo de la cárcel. Pero cuando la familia abrió el cajón, se encontró con un terrorífico escenario, Vanesa tenía signos claros de haber sido torturada, esto lo delataba los golpes que se veían en su cuerpo y la ausencia de uñas en varios de sus dedos.
En estos tres casos ocurridos en menos de un año y medio, las víctimas fueron presentadas por las fuerzas de seguridad como suicidios y en todos los casos se observó esta particular forma de “suicidarse”, que es la de golpearse, quebrarse costillas y hasta arrancarse uñas, antes de colgarse.
Se estima que en Córdoba son 200 las personas que son detenidas arbitrariamente por el código de faltas, sin pruebas claras de ser responsables de un hecho delictivo, sin derecho a tener abogado que lo defienda y con la parte acusadora (policía) y la que dicta la pena (comisario) del mismo lado. Las estadísticas tienen la característica singular de ser jóvenes de piel oscura provenientes de barrios humildes.
La masiva y contúndete movilización donde marcharon aproximadamente 20mil personas, fue fruto del trabajo de denuncia de varias organizaciones sociales y políticas de Córdoba y en particular del “Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos”, pero nadie podría negar que la gran adhesión que garantizó la histórica participación, fue gracias al accionar cotidiano de la policía que aplica un reglamento que viola los más elementales sentidos de democracia, en una sociedad que trata de sacarse el lastre de la última dictadura militar.
Las paredes pintadas sobre una institución que no negó su complicidad en la última dictadura militar y que en los últimos años sumo una importante cantidad de denuncias por casos de violación de menores, generó el rechazo de los sectores más conservadores que miran para otro lado cuando se pone de un lado de la balanza a las paredes pintadas y del otro, a los humildes asesinados por la policía.
Los hechos de ira que ocurrieron en las puertas de la Catedral de Córdoba, fueron ampliamente repudiados por ser considerados incensarios cuando, el eje de la jornada pasaba por la demostración de fuerza expresada en las calles. Con una sincronizada respuesta desde muchos medios y en sintonía a un spot de repudio oficial, se expresó el sentir de los sectores retrógrados y conservadores que se muestran horrorizados ante estos casos, pero guardan un cómplice silencio o relativizan los hechos, cuando los muertos son de extracción humilde de nuestra sociedad.
A menos de 24 hs de ocurridos los “terribles hechos” en la puerta de la catedral, Alejandro Godoy, recibía un impacto de bala mientras observaba la pelea entre vecinos en el Barrio Barranca Yaco. Todos lxs vecinxs coincideron en señalar que el joven trabajador fue herido por un policía que sin razón alguna aparente, saco su arma y realizó un disparo, el cual dió en el cuello de Jorge. Hoy, la vida del joven pende de un hilo.
Pero en esta ocasión no hubo spot oficial llamando a garantizar la continuidad de las instituciones, ni las tapas de los diarios se mostraron horrorizadas por el nuevo caso de gatillo fácil en nuestra ciudad. Nada de eso ocurrió, y no sorprende, ya que las paredes pintadas son los muros del conservadurismo cordobés y los cuerpos muertos, son de “los nadies” que tan bien señala Galeano.
«Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la
Liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica
Roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.»