Por: @Josecomunicando /
No recuerdo cuando fue la ultima vez que nos vimos, pero si recuerdo tu alegre presencia y tu mirada siempre revolucionaria en tiempos tan difíciles cuando el neoliberalismo se llevaba todo puesto.
Recuerdo que mientras todxs hablaban de «comprender la nueva etapa» vos hablabas de lucha, que cuando varixs decían «ya fue» vos decías: «hay que ver por donde podemos golpear».
También recuerdo cuando nos retabas y nos decías con tanto amor: «pendejos de mierda hay que ser más disciplinados si queremos ganar».
Y eras una presencia que nos hablaba de un lugar que pocas personas pueden hacerlo, nos hablabas desde ese lugar donde nunca se entregan las luchas. Y vaya si vos sabias de eso, con tu hermana desparecida, tus años de cárcel y tu lucha sin cuartel contra el poder.
Mientras se caían todos los grandes procesos y todos los días las noticias de nuevas derrotas eran el desayuno cotidiano, recuerdo que vos hablabas de la necesidad imperiosa de poner un palo en la rueda en la maquinaria liberal para revertir la etapa.
Y tus rulos saltaban al compás de tus afirmaciones, tus ojos miopes mostraban la agudeza de tus convicciones y tu gran sonrisa era la alegría que necesitábamos para no aflojar. Y nos despedimos con un gran abrazo en 27 de abril y Velez Sarsfield, y nos saludamos como quien se va a ver al otro día, pero ya no nos vimos más.
No paso mucho tiempo y apareciste como referente de los piquetes en Cruz del Eje, y no me sorprendió escuchar tus discursos tan inteligentes, tus palabras precisas, tu valor al enfrentar al poder, ese mismo que aprendiste enfrentar en las celdas de tortura durante la dictadura.
Apareciste luchando contra el hambre, la miseria la desocupación, por lxs que no tienen nada y de seguro habrás estado pensando «le estamos poniendo el palo en la rueda al neoliberalismo».
Y ahí estaba la «Negra Viviana» parada arriba de un camión, junto a las familias desocupadas, intimando al poder, para cumplir con la demandas del pueblo. Y ahí estaba de nuevo la mujer guerrillera, la mujer luchadora, la negra incansable, la guevarista …
Una mañana de junio de 2000, pocos días despùes de ver tu foto en los diarios, prendí la radio y escuche algo de un «accidente» en una ruta de Cruz del Eje y me pareció escuchar tu nombre. Rápidamente salí a comprar el diario y la inexplicable noticia era un hecho que me anudaba el estómago. Me quede en silencio con rabia y bronca, pensando lo oportuno del «trágico accidente» para el poder, de lo bien que le venia tu muerte y la de tu compañera (luego de la reunión con funcionarios provinciales) al primer gobierno de De La Sota.
No faltó mucho para que el 19 y 20 de diciembre de 2001 el pueblo ardiera en llama de rebelión. Aquel fin de año me dije, te dije: «encontramos por donde podemos golpearles».