y se dejó ir…

Y se fue nomas,
como quien abandona una obra.
Dejo tirada la cuchara, el balde y una pala.
Se olvidó de lo que le preocupaba.
Nunca tuvo ideología que lo impactara, la vida misma se encargó que no pudiera.
Los errores lo inundaba, las paredes levantadas sin nivel lo rodeaban.
En su bolso obrero llevaba una tenaza para arrancar dolores, un martillo para apuntalar buenos recuerdos y un atado de alambre para reparar lo irreparable.
La mañana estaba fría, el cielo gris, uno de esos viernes para faltar a la obra.
El cuerpo, su herramienta de trabajo le dijo basta
y se dejó ir…

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