Anoche, al terminar la cobertura colaborativa de la 3 Marcha nacional contra el gatillo fácil, nos encontramos en Zumba la Turba varixs de lxs compañerxs comunicadorxs que participamos de la cobertura.
Mientras se compartían fotos, videos y pareceres de la movilización, me puse a editar (recortar) varios audios que se habían tomado de los parlantes de la marcha. Con tantas distracciones y comentarios alrededor, la tarea se hacia lenta y repetitiva, la linea de tiempo del programa de edición con sus gráficas que siempre me dan la impresión que estoy viendo un electrocardiograma, no me ayudaba a poder fijar el punto de pausa o determinar el lugar donde me había distraído.
Fue en un momento donde pensé que me estaba mareando y por ende no posicionaba bien el cursor en el time line del programa, cuando detecte lo que a mi me parecía repetitivo en la extensión de más de un minuto, era ni más ni menos el momento donde las madres victimas de gatillo fácil hacían lectura de los nombre de sus hijxs con tono desgarrador y lleno de bronca. Volví sobre la linea del tiempo y escuche de nuevo sus nombres a la par que observaba las marcas de los minutos y ya sin escuchar los nombres pensé en lo terrible de la cantidad que se enunciaban como si al evocarlos los volvieran a parir. En el horror de esos crímenes y el rigor mortis de la impunidad.
Levante la mirada buscando compartir esa impresión con mis cumpas, corrí mis auriculares, y observe que estaban repasando los portales de noticias de medios hegemonicos con miradas de reiterada indignación, al constatar nuevamente que para esos medios lo terrible eran un par de vidrios rotos y unas paredes con los rostros de esos chicos que morir no quieren.
Me quede en silencio, con bronca acompañada por esos cumpas que sabemos muy bien que las paredes se limpian, los vidrios se cambian, pero la vida no vuelve.
Toque nuevamente la barra espaciadora del teclado, la marca del tiempo se puso en marcha, las voces volvieron a traer a esos chicos en el tiempo en que lo humano vale menos que el engrudo en la pared.
Al instante todxs estábamos editando nuestros videos, audios, fotos, actualizando las redes sociales, punteando y debatiendo el texto de la crónica de la marcha, dándole valor a lo humano, dando la batalla comunicacional desde nuestras trincheras donde el engrudo es la sustancia que adhiere la memoria de la vida en las paredes del tiempo.
Por: @JoseComunicando