El operativo fue un fracaso. La oficina del Fiscal Dalma está llena de banderas, afiches, bombos y aerosoles. “Gustavo está a las puteadas», lo confesó su secretaria: “toda la mañana se la pasó diciéndole al jefe de policía ¿Que carajo hago con todo esto?”.
Dicen que Schiaretti no le quiere atender el teléfono al Fiscal “allanadaor serial”, porque le quiere encajar en su despacho parte de lo incautado. Una fuente confiable desde el panal dijo: “lo llamó como loco anoche al Gringo (Schiaretti) diciéndole: Hice lo que me pediste, pero no tengo lugar en mi oficina para todos estos bártulos, ¡¡¡mi despacho parece un local de anarquistas!!!. “Esta bien, está bien”, le respondió el gobernador a Dalma y le cortó.
El derrotero de Dalma no terminá allí. Para hoy esperaba que en las portadas de los diarios estuviese su foto y que su gris carrera como Fiscal tuviese un salto. Sentado en el bar del primer piso de los tribunales penales, un mozo comentó: “Llegó temprano, pidió el diario La Voz y se desplomó” y no era para menos en la tapa solo estaba la foto del aburrido empate del seleccionado argentino y una nota por siniestros viales. De su actuación de ayer, nada.
Pero fue un ordenanza de los tribunales quien dio el dato más claro de su estado de ánimo, “entré al baño de varones, me sorprendió encontrar al Fiscal en ese baño de uso general teniendo para él uno privado. Pero estaba con un redoblante colgando de cuello y con la mirada perdida, mientras orinaba decía: “Y yo que hago todo lo que me piden, de este modo me pagan”. El ordenanza confiesa con preocupación su encuentro, del cual se retiró sin hacer ruido y temiendo ser allanado.
Dalma no sale de su sorpresa y hay quienes afirman que ha dicho: “estos pelotudos descerebrados de inteligencia de la policía me trajeron libros. Uno con la cara Bakunin y otro con la de Trotsky en la tapa, porque les parecía parecido al Maldonado. ¿Podes creer lo pelotudo que son? ¿Qué hago ahora con esos libros? Ninguno es de auto ayuda”.
Mientras trata de ordenar su despacho para disimular todas las banderas que tiene, repite en voz baja: “con todo esto tengo que poder demostrar quienes son los que pegan afiches. Tengo que poder demostrar”.
Gustavo no ve las horas que lleguen las vacaciones para rajarse al Ansenuza Hotel Casino & Spa que tiene en Miramar. Confía que lejos de los que hoy no le quieren atender el teléfono, pueda aprender a tocar el redoblante, ver su serie favorita, la del “Super Agente 86” y quien dice no se copa y se lee el ¿Que hacer? de Lenin.
Por: @Josecomunicando