Que mierda nos importaba lo que vendría.
Nuestra brujula antisistema nómade de la vida nos daba las coordenadas necesaria para cruzar los mares de décadas inestables inciertas.
Con una botella en un mapa en Yapeyu definimos nuestro destino…
«Que carajo» dijimos y allá fuimos y volvimos; acertamos y erramos.
No nos olvidamos quienes somos y cuales fueron nuestros silenciosos votos de hermandad.
Nos perdimos y encontramos… nos buscamos y en las peores tormentas, nos reconocimos.
Será que nos hermano el hambre, la incertidumbre, el saber que espalda con espalda todo estaría bien…
Y aquí estamos golpeados, imperfectos llenos de ganas de saborear nuevos horizontes que nadie nos ha podido arrebatar.
Todo es casi un detalle…
… el viaje continúa…
