En la mañana de este helado viernes corrió la noticia de la siembra, el último y eterno gesto de defensa de la vida campesina de Ramona Bustamante (95 años), símbolo de la resistencia en el norte cordobés, Paraje Las Maravillas.

Esta mujer campesina en el año 2003 inició una larga resistencia contra el desalojo de su ancestral territorio, por orden de la Justicia y a instancia de los hermanos Edgardo y Juan Carlos Scaramuzza (por entonces dirigentes de la Federación Agraria de Oncativo).
Le derrumbaron la casa, le tiraron los muebles, expulsaron a ella y su hijo y quedaron en el camino. Dos veces volvieron y dos veces fueron nuevamente desalojados. En varias oportunidades le ofrecieron vivienda en Sebastián el Cano, un pueblito a 20 km del Paraje, pero Ramona siempre fue muy clara: “Si me voy mañana, pasado me muero, en otro lado”.
“Todo por esta porquería de la Soja” dijo mientras veía pasar la maquina cosechadora en su desmontado campo. La tierra le fue arrebata con falsas ventas de terceras personas a favor de los Scaramuzza, los cuales se quedaron con cientos de hectarias para ponerlas a trabajar para el agro-negocio regándolas con miles de litros de agro-tóxicos.
Desde aquel año y ahora eternamente, reclamaron por lo suyo por la defensa de la vida campesina y eso rápidamente se transformó en bandera campesina de lucha en todo el continente.
En marzo de este año, la Jueza de Primera Instancia Civil y Comercial Emma del Valle Mercado de la ciudad de Deán Funes, emitió una sentencia por la cual resolvió hacer lugar a la acción de desalojo solicitada por los hermanos Scaramuzza, pasando por arriba del derecho que le asiste a quien nació en el lugar hace casi un siglo.
Lo que no tuvo en cuenta la Jueza es que Ramona prometió “hasta que Dios me lleve, voy a esta acá” y tampoco escuchó a su hijo Orlando, quien con gran convicción sostiene, “Hemos nacido en esta tierra y queremos morir en esta tierra”.
No pudieron con ella y su digna resistencia
Los árboles mueren de pié.