No peleamos por Marx, peleamos por lo mismo que él: por la libertad. Por el olor de los árboles tras la lluvia, por el descanso de los músculos, por la evocación milagrosa de la vida en la música, en el arte, en el amor.
Peleamos por las plegarias de los niños dormidos, por su bella torpeza, por su inseguridad, por sus gestos, sus caritas, sus caprichos y su amor.
Peleamos por el tiempo de lo humano, el tiempo de la creación, de la plenitud de la experiencia, del gozo frente al dolor, de la felicidad frente a la desdicha, para todos, para todos los seres humanos del mundo.
Somos la avanzada frente al sufrimiento, la vanguardia que enfrenta la desdicha, la necesidad, el hambre, los vengadores del cielo.
Nunca se entenderá del todo, hasta que no esté allí, la magnitud de lo que nos proponemos.
Somos la tormenta que espera en el horizonte, acechante.
Y volveremos.
Nosotros volveremos por todos los caminos. Por el socialismo, por la libertad.
Por eso nos tienen miedo: por la tormenta que encarnamos…
Autor: Anonimo