
Periodistas (operadores de prensa) con la panza llena, la cama calentita y siderales ingresos, haciendo emboscadas a gente pobre que en su desesperación con hambre y en paz reclaman migajas para comer, exigen explicaciones académicas a los humildes, como si el hambre, la marginalidad y la tristeza de no tener que poner en la mesa necesitara más argumentación.
Y si en la desesperación el hambre lleva a la violencia, el libreto pre escrito dictará: «El camino no es la violencia», como si ese camino fuese deseado. Y allí los acampes piqueteros o las Ferias de la economía popular serán las postales de viejas épocas donde se apelaba a la comprensión de los de arriba, para poder vivir.
Machacar sobre el hambre como si este fuese la causa y no la consecuencia de una injusta distribución de la riqueza, muestra que la miseria está tras el micrófono y su indigna campaña.
Esta claro que desde ese paradigma de la comunicación el único lugar que deben ocupar los pobres es el de las crónicas policiales y las miserias humanas de la pobreza.
Texto: José Fernández.