Lo que hay detrás de la piel de cordero de la derecha venezolana

El año pasado cuando estuve en Venezuela pude ver en primera persona los ataques organizados por estos grupos de derecha (en su fase fascista) que tiene entre sus líderes al hombre proveniente de lo más rancio de la oligarquía venezolana Leopoldo López. Pude observar como destruían la ciudad de Caracas, quemando salidas de Metros, incendiando y saqueando edificios públicos. Fue en Chacao (zona rica de la ciudad) donde los guarimberos envistieron contra el edificio del Ministerio del Poder Popular para la Vivienda y Hábitat prendiéndolo fuego, con el particular detalle que en los pisos de arriba había un jardín de infantes. Los niños estaban en clases y tuvieron que se rescatados por los bomberos, evitando de esta forma que hubiera que lamentar víctimas fatales.

A estos datos hay que agregar cientos de personas heridas por ataques de la ultra-derecha y varias muertas (43), producto de acciones militares de estos mismos sectores con apoyatura paramilitar colombiana.

Es bien sabido en la historia del siglo XX y en lo que va del XXI que un fascista es un burgués asustado y que la hipocresía y el doble discurso que la derecha muestra como característica principal, se debe a la imposibilidad de sostener en sus prácticas políticas los discursos democráticos y republicanos, ya que no duda en desplegar el carácter totalitario filo fascista para garantizar su dominio o recuperar su hegemonía, como lo es en caso de Venezuela.

Comparto aquí el balance que realice desde Caracas el año pasado cuando se cumplía un mes de las “guarimbas” (forma de protesta violenta callejera de la derecha en Venezuela) en el marco del plan de golpe de estado suave que despegaron los sectores fascistoides de la derecha venezolana (Leopoldo López, Corina Machado, entre otros), los cuales eran digitalizados por el Pentágono en el marco de la Guerra de Cuarta Generación.